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Monja - jamón o... follón en el plató

El otro día, un soleado domingo otoñal de tés repantingado en el sofá, me topé con uno de los fenómenos mediáticos de la “fast TV” (que nutre el alma tanto como la comida que de la misma forma se denomina alimenta el organismo, es decir, poco y mal): la monja cantante italiana. No es que yo sea un habitué de estos programas, pero en este caso no cambié de canal solo para cotillear “si había intérprete”. Y por supuesto que no, como ya venía barajando. Ahora bien, una de las tertulianas presentes dominaba (e incluso bastante bien) el italiano y, por ende, fue la persona designada “sobre la marcha” para hacer de intérprete.
El resultado: unos minutos de genuino jaleo comunicativo, que realzaron aun más la definición ya no muy halagadora de esta clase de televisión. No me meto en absoluto con las capacidades de la señora comentarista, puesto que su trabajo no es la interpretación por mucho italiano que hable; la mía es más bien una pequeña reflexión lato-sensu sobre el tratamiento de la comunicación en un par de lenguas afines en los medios de comunicación (en otras palabras, la ausencia del servicio de interpretación que, en cambio, suele estar previsto en otros idiomas “meno facili” y –deberá de ser, digo yo– meno divertenti).
Veamos los factores que han llevado a este desordenado popurrí:

-          Posición de la designada “intérprete”: no se acerca a la invitada, sino que se queda sentada en el sofá de enfrente: de esta manera, no solo se sobreponen y confunden los roles de entrevistadora/ comentarista/ intérprete (cuyo papel resulta reconocible también por la ubicación –en una consecutiva– al lado del invitado extranjero), sino que además resulta imposible sacar a las dos en el mismo plano, con el resultado de encuadres a tirones capaces de marear a más de un/a maruj@ resacos@ de domingueo en el sofá (por supuesto me incluyo,¡ qué conste!).
-          La señora designada como intérprete interrumpe agobiada a la religiosa en repetidas ocasiones, solapando su voz a la de esta última como recurso para pedir una pausa (en una ocasión hasta le dice “un momento que tengo que traducir”… y ¡cómo no darle la razón! ): turnos de palabra entrecortados, frases colgadas, falsos arranques…  todo bastante confuso y desagradable.
-          Traducción muy carente e  incompleta… tanto la invitada como el público no pueden enterarse correctamente: globalmente, el acto comunicativo resulta un fracaso.

Y, last but not least, la “intérprete” cae en un contrasentido que de estar en uno de mis exámenes, me la hubiera cargado en un pispás:

                   Monja: Io pensavo a una storia d’amore.
                   Intérprete: Ella NO pensaba en una historia de amor:

Bueno, parece que esto del italiano “facile y divertente” tanto ha calado en los pasillos de Mediaset, que ellos mismos se lo creen de verdad. En todo esto, pequeño elogio a la anfitriona del programa, quien le invita a la tertuliana a hacer de “intérprete” y no de traductora.
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Link de la entrevista, a partir de 01:14:00, foto bajada de www.solomirar.com